miércoles, agosto 22, 2007

Soy ladrón


Sí, es verdad. Tengo que confesarlo. Esto no es nuevo, tiene su historia...
Mi mamá decía que en mi época de preescolar todos los días me traía un juguete diferente; el de pedrito, juancito y raulito, lo peor es que no me gustaba devolverlos. También cuenta que hasta tenía un gran reservorio de plastilinas sustraídas del salón sin que mi dulce y obesa maestra se diera cuenta. ¡Tan pequeño y ya tenía astucia para burlar a mis presas!
Y es que definitivamente yo nací con esa vocación tan meritoria. Más grandecito, como de diez años, añoraba que viniera diciembre. Por qué? No sólo porque me robaba los "Niños Jesús" de los nacimientos de los vecinos, sino porque en esa fecha los supermercados colocaban cajas de frutas secas, pasas, confites, maníes y nueces al aire libre. Yo me iba con mi hermanita “Ericka”, ella era mi narco mula. Miraba a la derecha, luego a la izquierda, buscaba las cámaras y después agarraba dos puños llenos de los más variados manjares y se los metía en el pantaloncito de la inocente. Yo creo que mi mamá era cómplice de mis robos porque siempre vestía a mi hermanita con unos pantalones tipo popy: anchos, hasta las rodillas, con bolsillos sin fondo y tirantes de colores, un poco llamativos pero muy cumplidores.
Paseábamos un rato. Si mi hermanita sacaba algo de la carnada en pleno lugar, la tranquilizaba con mi famoso coscorrón aquietador. Cuando las cajeras y vigilantes se descuidaban, huíamos a toda prisa (al mejor estilo de corre forrest). Era como que si nos perseguía el FBI, la adrenalina llegaba a su tope en cada carrera. Eso era todos los días y nunca nos pillaron.

De adolescente no tuve ninguna reincidencia delictiva, hasta ayer que volví a cometer mi fechoría; robé una vez más. Mi hermano me dijo: Vamos al súper. Y yo: ¡Wow que divertido!. Ok Vamos. El compraba y compraba y yo veía y veía, porque, como buena gallina vieja, nunca pongo nada. Ni me molesté en bajar la cartera para no ser víctima de sus constantes martilleos de último minuto (de los cuales nunca he visto retribución). El tenía su carrito full, ya estaba cancelando, y yo en mi paseo sin rumbo me topé con una hermosa y suculenta ciruela americana; gordita, lustrosita, apetitosa, que me sonreía. Me la imaginaba pulposa y entre ácida y dulce, se me hacía agua la boca. Había muchas, pero esa me dijo: Tómame, soy tuya. La agarré, la sobé, volteé para todos lados y poco a poco la fui metiendo en el bolsillo, pero algo falló… Yo no uso pantalones de popy, y ayer precisamente tenía un jean tipo John Travolta en "Vaselina" que me trancaba la circulación, gracias a unos kilitos demás. No me importó, igualito la metí ajuro y se me veía tremendo bulto, pero no le paré. Mi hermano recordó que le faltaba comprar charcutería, y yo paseando con senda pelota en el bolsillo pa´rriba y pa´bajo. Sentía que toda la gente me miraba, me ocultaba tras los anaqueles, me ponía de espaldas, me cubría con la mano, esquivaba las cámaras. ¡Uff! he perdido destrezas como ratero.
Al salir del súper, quise correr como antes, me controlé. Sentí el sabor de la libertad de un hampón barato, respiré, y al entrar al carro le di el mordisco más deseado a una vaina tan insípida y desabrida que me arrugó la cara. Tanto para qué?. El crimen no paga. No tuve éxito y ahora ando pendiente de que algo se me va a perder, o me van a robar, o me va a pasar un incidente negativo, hasta el dolor de estómago que tengo creo que es por culpa del hurto.

De verdad lo hice por diversión, para darle algo de color a mi vida, pero se me olvidó que cuando era niño no tenía conciencia de lo bueno y lo malo, pero ahora que creo que la tengo, hasta una simple ciruelita puede ser la culpable de todo lo malo que me ocurra…

miércoles, agosto 08, 2007

Shh..Todo pasará.

Injusticias van, e infamias vienen…
Las veo caminar sigilosamente entre las miradas de muchos que dicen ser lo que no son, y nunca serán… ustedes también las han visto y hasta sufrido.
Pero nos quedamos callados, amordazados por la presión de nuestro ímpetu dormido, por temor a no pretender ser más que otro, o no querer lastimar con la punzo-penetrante verdad que mata a ejércitos enteros de espíritus perversos y escasos de corazones palpitantes.
Sólo queda armarnos de valores; esos que tanto nos ha costado cultivar, y traernos el morral con el cual hemos recorrido el largo camino de nuestra vida, para ir dejando mientras andamos, un grato recuerdo en cada huella de nuestros pies descalzos y palidecidos en busca de un misterioso destino.
Avanza, camina, aguanta tu grito silencioso o si quieres estalla en lágrimas que desaten ríos, pero no te detengas, sigue andando... Algún día todo pasará.