martes, mayo 20, 2008

En taxi ando yo


En estos días - por cosas de la vida - voy de taxi en taxi. Por curiosidad y sobrevivencia he tenido que aprenderme los códigos que ellos manejan. “Estoy efectuando un 17 en A3, el 46 va a bordo y da 75”. “Eso es positivo”.
Cada vez que se acerca el carro, trato de escudriñar el rostro del chofer, saco la mano y se detiene. Apenas abro la puerta del vehículo, veo sonrisas (con dientes, con plancha o sin ellos) caras serias, señores mayores, jóvenes y hasta mujeres de cualquier edad.
Anuncio mi parada y pregunto cuánto es? ¡Casi siempre abusan de la tarifa! y es allí cuando me convierto en ogro y lanzo la puerta sin mediar palabras... zas, y busco otro.
Una vez dentro del coche me transformo en psicólogo, político, sacerdote y desesperado. Me trastorna ensillarme en el puesto del copiloto porque a veces tengo que interactuar con una especie de copete o altar improvisado en algunas tapicerías provistas de una suerte de mantel artesanalmente elaborado con forro de peluche polvoriento y decolorado, sobre éste, una docena de perritos moviendo la cabeza acompañados por una manada de muñequitos de la cajita feliz. Hasta he sido víctima de terrorismo religioso al verme despavorido frente un ekeko (imagen esotérica de la abundancia, fecundidad y alegría con un cigarro en la boca), además de caracoles y figuras budú punzadas en el corazón.
El otro extremo
Un día, me tope con un conductor evangélico que me lanzó la Biblia en las manos y me dijo: “Hermano léame en voz alta Juan 13.8”. Y no pude hacer más que leer obligado, después Mateo 10.12, Lucas 5.7, Cartas a Tesalonicenses, Filipenses… y así me santifiqué hasta llegar a mi destino. Casi bajé hecho un Beato y en lugar de caminar estaba casi levitando hasta que dije una grosería y caí de golpe en el piso. ¡Plop!
Político de ambos bandos
Otro día, me encontré con un fanático del gobierno y me llamó Camarada. De fondo canciones de Alí Primera. Me preguntaba: ¿Verdad que mi presidente es lo mejor que ha pasado por aquí, Y yo: “Claro mi camarada, eso es verdad”, asintiendo la cabeza (como perro de taxi) y con cara de euforia. ¿Cuándo en la vida el pueblo había mandado como ahora?
Al día siguiente, me tocó un opositor del gobierno. De fondo (en repeat) el himno “Un Corazón que grita”. Me llamó Compañero. Me pregunta: ¿Verdad que este presidente no ha hecho nada por el pueblo? Y yo: “Claro mi compañero, eso es verdad”, asintiendo la cabeza (como perro de taxi) y con cara de desamparo. ¿Cuándo en la vida al pueblo lo habían ignorado como ahora? ¡Qué hipócrita he sido! Debo confesarme urgente…
Dr. Corazón…
Me echan los cuentos de los cuernos que montan y me enseñan fotos de sus adulteras y adulteradas… He llegado tan lejos que una vez un chofer me dijo: Amigo dígale a mi esposa dónde ando, que ella no me creé, me pasó el celular y tuve que decirle la calle, vía y avenida a la enfurecida cónyuge, que por su tono de voz imagino que borboritaba espumas por la boca al mejor estilo de "El Exorcista". Al rato me dijo que hiciera lo mismo con otra tipa… Ese era un desmedido y sinvergüenza machista. ¿Ojalá las mujeres le preguntaran su ubicación para montarle cuernos a él?
Porno psicópatas
Los más insoportables son los que narran sus aventuras abigarradas, sádicas y perversas con lujos, detalles y artilugios, recomiendan marca de pastillas afrodisíacas y lubricantes (sin pudor alguno). Y qué decir de aquellos conductores misteriosos que ni gesticulan pero te miran de reojo cada dos minutos como si fueran ladrones a punto de asaltarte, más bien provocando que el pasajero quiera lanzarse del carro en marcha.
He escuchado los vocabularios más impúdicos, los insultos más chocarreros, los chistes más paupérrimos, las filosofías más incoherentes… Por eso cada vez que entro en un taxi me convierto en un personaje desconocido dispuesto a vivir un nuevo periplo.
Actitud premonitoria
La última estrategia que estoy aplicando es sentarme, abrocharme el cinturón y cerrar los ojos como si estuviera dormido para que no despierten mi oprobio con sus submundos retorcidos. Desde hace algunos días prefiero inmutarme y parecer un ser amargado con problemas auditivos, que de paso, padece de mal humor crónico.
No podría ser tan insensato y dejar de reconocer que también he encontrado buenas personas (muy inteligentes) y hasta viejos amigos - hoy profesionales del volante - quienes han hecho que mi viaje sea más ameno, tranquilo y pueda llegar a mi destino rápido, sano y salvo.
Y hablando como los locos, no me he atrevido, ni he pensado siquiera subirme a un mototaxi, ¡sería una aventura extrema!. Antes de eso prefiero bajar el Niágara en bicicleta.

Quiero mi carro ya!!!