jueves, febrero 28, 2008

Editorial


Según mis conocimientos periodísticos, el editorial es un género de opinión que busca fijar la posición de un medio de comunicación con respecto a un tema de trascendencia. Y considero que es oportuno hacerlo (aunque debo admitir que me siento como el mismísimo Eladio Lárez o Walter Martínez haciendo estas cosas), por la polémica generada en torno al post anterior “Zoológico Metrosexual”.
Cuando soñaba con ser periodista comencé a redactar crónicas urbanas en un semanario juvenil impreso, esa columna no tenía nombre y decidí llamarlo “date duro”, el mismo apodo que hoy lleva esta página.
Cada vez que escribo en este blog, trato de ser lo más libre posible, para desahogar las palabras que a veces no me atrevo a decir, aquellas que reposan plácidamente en mi fuero interior y ni siquiera me permito pensar. He encontrado en éste, una vía para desenmarañar mi mundo y compartir un pedazo de historia con aquel ávido de letras. También escribo para relucir las travesuras ocultas y reirnos de este mundo loco, tan loco como nosotros, quizás para no llorar.
Mi género periodístico favorito es la crónica, y una crónica sin sátiras, burlas, sarcasmo, ironías, no tiene brillo. Por lo tanto me valgo de situaciones cómicas. A veces he tenido que exponer mis peores metidas de pata, mis elevaciones filosóficas, mis trastadas, mis sueños, frustraciones, mentiras y verdades para acercarme a plasmar una obra sencillamente mía; única, inédita, original para mí y para ustedes.
No me puedo callar lo que pienso, la discusión me encanta, el debate me enseña, la libertad de expresión es mi estilo de vida, todo junto en cóncavo y convexo hacen lo que soy. Un hombre de fe, con debilidades humanas y con ganas de gritar al mundo lo que piensa y siente. A veces bueno, a veces malo; a veces blanco, a veces negro o gris. Y en esos matices, tomo el ordenador y dejo que mi corazón escriba por mí.
Si ofendí a alguien con mi crónica “Zoológico Metrosexual”, o herí susceptibilidad alguna, mil disculpas. No era para ofender, sino describir, narrar, contar una realidad y para que cada uno de ustedes hiciera su opinión libre y espontánea.
Me nutro de sus palabras y aprendo que la vida da muchas lecciones. Cada vez que comentan me dejan un pedazo de ustedes: risas, citas, amistad, abrazos, saludos, insultos, pero sobre todo reflexión. Nunca escribiré para injuriar ni vejar a nadie, no es ético para un periodista ni mucho menos para un defensor de los derechos humanos. De hecho, para rectificar mi posición cito el final de mi post:
“Mucho menos vayan a creer que esta crónica forma parte de una vulgar crítica, porque aunque esté abarrotada de sátiras y alfileres oxidados a punto de punzar; más bien es un aplauso para aquellos que cada día logran verse mejor adversando este mundo machista y una alerta para aquellos que caen en el ridículo por no ser felices naturales, humanos y genuinos, tal como son y serán eternamente”.
Esta crónica la escribí yo, y así es mi estilo, único, irreverente, crítico, caricaturesco, satírico, realista y crudo. Bienvenidos a mi mundo, a mi lenguaje, a mi vida. Bienvenidos a Date duro.

viernes, febrero 22, 2008

Zoológico metrosexual


Una vez le tocó a las mujeres, cuando escribí “Simplemente bella” ahora es el turno de los hombres…
No estoy en contra de verse bien, ¡No señor!. Es más, cada mañana trato de hacer lo mejor posible; abro el closet, analizo seriamente las actividades del día para vestirme lo más acorde que puedo, me pruebo varias camisas y chaquetas antes de dar el veredicto final. Los fines de semana, uso gorras, suéteres y jeans. Soy fanático de los calzados, las corbatas y maniático con los perfumes; me parece que algunos combinan sólo con jeans y otros con traje, no sé de donde saqué esa regla, pero así lo hago. Me miro al espejo, y si me siento cómodo, agarro el maletín y me voy. El gel para peinar no puede faltar, razón por la cual un pana me apoda “Ministro Gomina”. Profeso que la imagen es muy importante, pero siempre los excesos son perjudiciales.
El sábado, estaba en la cola del cine, tratando de ver qué película había en pantalla, pero como las letras desaparecían muy rápido, estaba absorto y enfocado. Tanto, que de pronto pisé a un tipo (yo siempre de sucedido) y cuando voy a pedirle disculpas se me cayó la jeta porque el hombre tenía las cejas más delineadas y levantadas que he visto en toda mi vida. ¿Será que él estaba rindiendo un tributo a las indómitas María Félix, Liz Taylor o Sophia Loren? No lo sé. Lo cierto es que yo de indiscreto no podía dejar de mirarle detenidamente sobre sus rasurados párpados parecidos a los del Dr. Spock. Él iba muy agarrado de manos de su novia y todo, pero creo que pasó los límites de la metrosexual. Yo creo nunca llegaría a trasquilarme las cejas y menos de esa manera.
Hay hombres que se vuelven adictos al gym, su vida se torna hacia lo compulsivamente sano; hacer dietas, comer monte, yogur, tomar agua, meterse proteínas, inyectarse, hacer ejercicios, entrenar, trotar, ropa y zapatos deportivos, fajas, cremas adelgazantes y depilatorias. Uff ya me cansé!!!. Tienen 3 días en el gimnasio y ya caminan exageradamente erguidos y sacando pecho como si pertenecieran a una secta de autistas nazis liderados por Arnold Schwarzenegger . Franela ajustada estilo chupa sangre que quiebra el tricep, jeans apretadísimos divisores de testículos en hemisferio derecho e izquierdo, toallita y termo de agua en mano. Tengo un vecino así. El personaje luego de mirar con cara de Johnny Bravo, y engolar la voz, me dice: “Chamo cómo estás?” Y yo (de bolsa) contesto inocentemente: ¿bien y tú brother?
“No me ves? Papeado, fuerte, duro. Cónchale vale te veo muy delgado, estás enfermo? Te está llevando la piedra (crack). Ja-ja-ja”. Empieza a desmoralizarme el androide este… (y prosigue), me agarra la panza y me suelta frases mortales como: “y lo peor es que estás flaco y bofo…” Allí es el momento en que se me sube la arrechera y me provoca decirle: “vigoréxico de mierda, enfermo mental, físicoculturista obsesivo y sin resultados, consumidor de vitaminas de yeguas, sigue tu camino y relincha cual caballo desjinetado, ojalá te salgan hematomas por cada músculo que ejercites”... Pero la educación que me dieron mis padres no incluía esas palabras tan sonoras, sino estupidamente tuve que decir: “Bueno mi brother yo voy a trotar cuando puedo. Nos vemos pues”. Allí hay que respirar profundo, porque para demostrar su poderío te da un abrazo saca agallones que te hace sonar hasta los tuétanos.
No puedo dejar de nombrar a aquellos “gorditos” que toman pepsi light, coca cola light, jugo light, café con edulcorante (nutra sweet) pechuguita a la plancha, vegetales, y aparentan una vida ligerita en la mañana, pero en la noche se atragantan de espaguetis con cuanto embutido se les atraviese. Tienen plomitos en la oreja, van a régimen para adelgazar, rebajan, vuelven a engordar. Gastan el sueldo en ese embuste y cada día más parecen participantes del paupérrimo show “Sudando la Gota Gorda”. Y lo contrario son esos que ni respiran para no engordar (como algún tiempo hice yo) sembrando cada día la anorexia por ignorancia, creyendo que algún día pisarán la pasarela niuyorkina exhibiendo en las costillas un interior Calvin Klein.
En estos días, fui a un brindis entre periodistas y un colega estaba demasiado pálido, me parecía que usaba panqué o talco. Pero Pepe Grillo me decía: "Erwin deja de especular, hablar mal de los demás, no critiques…" Al rato llega una amiga que tiene la lengua como una hojilla y me dice: “Perdimos a Marcos. Ahora hasta rubor se echa”, me bastó eso para mandar al carajo a Pepe Grillo y embelesarme viendo como el sudor rosado le caía sobre su camisa negra durante toda la noche.
Hace poco estaba en la universidad y un alumno empezó a hablarme y como estaba ocupado no le ponía mucha atención… hasta que alcé la mirada y me di cuenta de que el muchacho tenía tremendo copete como recién salido de una peluquería de doñas (full laca y brillantina) y él me hablaba y yo sólo veía que su pollina estilo Elvis se iba abriendo mientras movía la cabeza. ¡No hallaba que hacer!, tenía una disyuntiva: si ponerle la mano para que no se abriera de raíz o salir corriendo, decidí por hacerme el loco, y al final de la conversación el joven quedó como un pavo real espelucaò. Qué vergüenza ajena sentí. Pobre muchacho.
Ni hablar de mi amigo Róger que se injertó batatas, nalgas y abdominales. Quedó fino para hacer de extra en la serie de la mujer biónica y el hombre nuclear. Pues ojalá nunca se le derrita el trasero en una visita a la playa.
Y los Pavosaurios, hay pà echar pà rriba en los centros comerciales. Unos abuelos que se visten como quinceañeros con pinchos en los cabellos, mechitas, lentes de sol y pantalones tubitos estilo Miami Vice. Con un caminar tan extraño que hasta ridiculizan la hombría y la madurez.
No vayan a pensar que describir a estos personajes fue difícil, me bastó solamente salir de mi casa para apreciar este zoológico de testosteronas en cortocircuito llamado metrosexualidad. Mucho menos vayan a creer que esta crónica forma parte de una vulgar crítica, porque aunque esté abarrotada de sátiras y alfileres oxidados a punto de punzar; más bien es un aplauso para aquellos que cada día logran verse mejor adversando este mundo machista y una alerta para aquellos que caen en el ridículo por no ser felices naturales, humanos y genuinos, tal como son y serán eternamente.

“Ser natural es la más difícil de las poses”. Oscar Wilde.

viernes, febrero 01, 2008

"Orquídeas para Laura"



Creo que haberme convertido en workaholic (adicto a trabajar) me ha llevado a ser más exigente con mi tiempo. Me he vuelto criticón, peleón, ácido, necio, “hiperkinético, aerodinámico, electroestático y ninfomaníaco”. (jejeje. Ojalá lo último fuera verdad, jejeje). He empezado a odiar algunas cosas indefensas, por ejemplo los domingos ya pagaron su culpa en mi post anterior. Sin embargo, esta vez le toca a la televisión venezolana y específicamente a Venevisión el canal que fue mi casa por algún tiempo.
Este sábado quise dormir un poco más temprano. Mi terapia somnífera consiste en ver televisión, o mejor dicho; no verla, sino permanecer casi 30 minutos pulsando frenéticamente todos los botones del control sin dar tiempo de mirar algo en la pantalla hasta que mi nivel de tensión llegue a mínimo. Teniendo una extensa gama de opciones, para recordar viejos tiempos, decidí detenerme en el programa Súper Sábado Sensacional.
“Ese sábado es muy especial”, dijo con tono ficticio Daniel Sarcos, “pues se celebra el Festival de la Orquídea”, el show más balourd o palurdo, que he visto en mi vida después de los escarnios peruanos y las histriónicas tánganas maritales que se arman en el ring de Laura en América por tomarse unas simples “chelas en una pollada”. Sólo bastaba escuchar la voz ronca de la raquítica rubia gritando: ¡Que pase la Amante¡ o sino ¡Que entre el cornudo!, para que se prendiera tremenda coñaza todos contra todos, en la que al final hasta cualquier inocente del público o un camarógrafo salía con los ojos amoratados.
Sí señores, la orquídea, nuestra flor nacional vilipendiada en una bazofia circense, que produce retraso mental en cualquier televidente asiduo a este tipo de programa y despierta el desprecio de los que tenemos cuatro dedos de frente. Imagino que el productor con esto quiso imitar el galardón del Festival de Viña del Mar en la elegante entrega de las antorchas y gaviotas de plata, que cuenta con el público más implacable de Latinoamérica.
¡Pero que va! Esta edición fue la barbarie. La orquídea se la entregaron hasta cualquier insulso con peluca que pegara tres gritos, diera traspiés reggaetonero y charrasqueara con un rayo de queso en una mano y un tenedor en la otra. ¿Y dónde está el talento?, A los leones!!!
Esta vez un cantante de vallenato tuvo la osadía de pelarse el maruto (léase la cicatriz redonda que queda en medio del vientre, después de secarse el cordón umbilical) y dejar al descubierto su tridimensional aparato digestivo. Me pregunto: ¿Será que se sintió sexy?,¿Será que no sabía qué hacer en el escenario?, ¿Será que quería provocar repulsión y vómitos colectivos? ¿Será que los parásitos se le revolvieron?, Qué cosa tan dantesca tuve que ver, gracias al vespertino de los sábados.
También supongo que esparcieron un gas estupidecedor a los centenares de personas que aplaudían y gritaban “orquídea” sin parar. Pasaron grupos, grupitos, gruperos y grupetes, todos se llevaron galardón bajo las axilas. Chino y Nacho, Calle Ciega, Tito el bambino, saltaron y se arrodillaron, besaron el piso, se persignaron, santiguaron a los asistentes, lloraron, rieron (igual que todos los años) y soltaron las típicas sandeces de los recordados Servando y Florentino: “Esto no me lo esperaba, no tengo palabras para describirlo, Gracias papá, Alí, alí, aliviame los sueñossss… gracias mamá, Venezuela te quiero, te llevo dentro de mí, Gracias mis fans, las amamos a todas… bla, bla, bla”.
Creo que a las 8 de la noche, llegó un momento en que el público se obstinó y más nadie quiso aplaudir, ni gritar… entonces no le quedó otra al guasón engolado, perdón al animador, que decir: “orquídea de bronce”, a los dos segundos, “no dejó de titilar, es de plata”, “¡oh no!… sigue titilando”, a los dos segundos, “Oh señores…es de oro, y ahora cambió a platino y finalmente de diamante”… Todo esto sin ponchar las imágenes de la gente arrecha y pitando por el ridículo que estaban haciendo. El show más patético, decadente, latoso, paupérrimo y desternillante que he visto. Fue para mí una mezcla extraña de percepciones opuestas, al mejor estilo de Arjona. “Ayúdame Freud”, Creo que debo ir al psicólogo para que me explique por qué la gente se presta pa` estas vainas o por qué yo tuve que ponerme a ver esa vaina también. El diván me espera. Lo presiento…
Así fue como terminó mi sábado y me sentí insultado, caí en cuenta de que algunos espacios de la televisión venezolana no respetan a su audiencia, ofrecen puro pan y circo, a cambio de billete tras billete, prefiero a “Laura en América” porque su desparpajo y descaro es sincero y también sé que más de un peruanito siempre va a salir cacheteado y hasta jodido por la propia “ziñorita Laura”.
Ya sé. Voy a escribir una novela, en lugar de "Girasoles para Lucía", se llamará "Orquídeas para Laura". Espero que este fin de semana cambie mi terapia antiestrés y me provoque ver otra cosa menos traumática en la tele. Estoy empezando a pensar que soy masoquista. Definitivamente el diván me espera… Ahhh (un suspiro) ¿Cuándo Chávez pondrá libre Playboy?... Pongo mi cabeza sobre la almohada. Aún el control en mis manos, el botón de power se ilumina. Apago la tele. Quedé en penumbras… hora de dormir. Me arropo. Zzzz