Según mis conocimientos periodísticos, el editorial es un género de opinión que busca fijar la posición de un medio de comunicación con respecto a un tema de trascendencia. Y considero que es oportuno hacerlo (aunque debo admitir que me siento como el mismísimo Eladio Lárez o Walter Martínez haciendo estas cosas), por la polémica generada en torno al post anterior “Zoológico Metrosexual”.
Cuando soñaba con ser periodista comencé a redactar crónicas urbanas en un semanario juvenil impreso, esa columna no tenía nombre y decidí llamarlo “date duro”, el mismo apodo que hoy lleva esta página.
Cada vez que escribo en este blog, trato de ser lo más libre posible, para desahogar las palabras que a veces no me atrevo a decir, aquellas que reposan plácidamente en mi fuero interior y ni siquiera me permito pensar. He encontrado en éste, una vía para desenmarañar mi mundo y compartir un pedazo de historia con aquel ávido de letras. También escribo para relucir las travesuras ocultas y reirnos de este mundo loco, tan loco como nosotros, quizás para no llorar.
Mi género periodístico favorito es la crónica, y una crónica sin sátiras, burlas, sarcasmo, ironías, no tiene brillo. Por lo tanto me valgo de situaciones cómicas. A veces he tenido que exponer mis peores metidas de pata, mis elevaciones filosóficas, mis trastadas, mis sueños, frustraciones, mentiras y verdades para acercarme a plasmar una obra sencillamente mía; única, inédita, original para mí y para ustedes.
No me puedo callar lo que pienso, la discusión me encanta, el debate me enseña, la libertad de expresión es mi estilo de vida, todo junto en cóncavo y convexo hacen lo que soy. Un hombre de fe, con debilidades humanas y con ganas de gritar al mundo lo que piensa y siente. A veces bueno, a veces malo; a veces blanco, a veces negro o gris. Y en esos matices, tomo el ordenador y dejo que mi corazón escriba por mí.
Si ofendí a alguien con mi crónica “Zoológico Metrosexual”, o herí susceptibilidad alguna, mil disculpas. No era para ofender, sino describir, narrar, contar una realidad y para que cada uno de ustedes hiciera su opinión libre y espontánea.
Me nutro de sus palabras y aprendo que la vida da muchas lecciones. Cada vez que comentan me dejan un pedazo de ustedes: risas, citas, amistad, abrazos, saludos, insultos, pero sobre todo reflexión. Nunca escribiré para injuriar ni vejar a nadie, no es ético para un periodista ni mucho menos para un defensor de los derechos humanos. De hecho, para rectificar mi posición cito el final de mi post:
“Mucho menos vayan a creer que esta crónica forma parte de una vulgar crítica, porque aunque esté abarrotada de sátiras y alfileres oxidados a punto de punzar; más bien es un aplauso para aquellos que cada día logran verse mejor adversando este mundo machista y una alerta para aquellos que caen en el ridículo por no ser felices naturales, humanos y genuinos, tal como son y serán eternamente”.
Esta crónica la escribí yo, y así es mi estilo, único, irreverente, crítico, caricaturesco, satírico, realista y crudo. Bienvenidos a mi mundo, a mi lenguaje, a mi vida. Bienvenidos a Date duro.
Cuando soñaba con ser periodista comencé a redactar crónicas urbanas en un semanario juvenil impreso, esa columna no tenía nombre y decidí llamarlo “date duro”, el mismo apodo que hoy lleva esta página.
Cada vez que escribo en este blog, trato de ser lo más libre posible, para desahogar las palabras que a veces no me atrevo a decir, aquellas que reposan plácidamente en mi fuero interior y ni siquiera me permito pensar. He encontrado en éste, una vía para desenmarañar mi mundo y compartir un pedazo de historia con aquel ávido de letras. También escribo para relucir las travesuras ocultas y reirnos de este mundo loco, tan loco como nosotros, quizás para no llorar.
Mi género periodístico favorito es la crónica, y una crónica sin sátiras, burlas, sarcasmo, ironías, no tiene brillo. Por lo tanto me valgo de situaciones cómicas. A veces he tenido que exponer mis peores metidas de pata, mis elevaciones filosóficas, mis trastadas, mis sueños, frustraciones, mentiras y verdades para acercarme a plasmar una obra sencillamente mía; única, inédita, original para mí y para ustedes.
No me puedo callar lo que pienso, la discusión me encanta, el debate me enseña, la libertad de expresión es mi estilo de vida, todo junto en cóncavo y convexo hacen lo que soy. Un hombre de fe, con debilidades humanas y con ganas de gritar al mundo lo que piensa y siente. A veces bueno, a veces malo; a veces blanco, a veces negro o gris. Y en esos matices, tomo el ordenador y dejo que mi corazón escriba por mí.
Si ofendí a alguien con mi crónica “Zoológico Metrosexual”, o herí susceptibilidad alguna, mil disculpas. No era para ofender, sino describir, narrar, contar una realidad y para que cada uno de ustedes hiciera su opinión libre y espontánea.
Me nutro de sus palabras y aprendo que la vida da muchas lecciones. Cada vez que comentan me dejan un pedazo de ustedes: risas, citas, amistad, abrazos, saludos, insultos, pero sobre todo reflexión. Nunca escribiré para injuriar ni vejar a nadie, no es ético para un periodista ni mucho menos para un defensor de los derechos humanos. De hecho, para rectificar mi posición cito el final de mi post:
“Mucho menos vayan a creer que esta crónica forma parte de una vulgar crítica, porque aunque esté abarrotada de sátiras y alfileres oxidados a punto de punzar; más bien es un aplauso para aquellos que cada día logran verse mejor adversando este mundo machista y una alerta para aquellos que caen en el ridículo por no ser felices naturales, humanos y genuinos, tal como son y serán eternamente”.
Esta crónica la escribí yo, y así es mi estilo, único, irreverente, crítico, caricaturesco, satírico, realista y crudo. Bienvenidos a mi mundo, a mi lenguaje, a mi vida. Bienvenidos a Date duro.