miércoles, marzo 18, 2015

Érase una vez



Érase una vez, en medio de un amanecer espléndido, lleno de miles amaneceres, entre un cielo surcado por los avasallantes rayos de la luz que se dibujaban hasta en la inmensidad del mar, sin ocultar su brillo, que sin pensarlo y no sé si tanto desearlo, que dos miradas se reconocieron estremecidas por la fuerza del espíritu para saberse el uno del otro “tú estás para mí, yo estoy para ti”.

Ese primer encuentro fue “como que” fueras a una oscura sala de cine a ver una película y mientras eso sucede, justo a tu lado hay un protagonista que te despoja de toda tu atención, y ya no importa ver la pantalla sino viajar a través de sus ojos, por un mundo infinito, dibujado con pinceles de miles de colores que giran, giran y giran rápido, hasta ilusionarte con hipnótico y sumergirte en un fantástico escenario que proyecta maravillosas historias sobre las cuales siempre habías soñado.

Este cuento versa sobre el encuentro con una luz, que usa la naturaleza como capa y que en vez de cubrirla, la transparenta, que evoca la primavera con una brisa fresca de flores en su pecho acariciado por la magia que emana de una mística y sedosa pluma de pavo real.  Cubierto de miles de mantras invisibles a través de uno solo que se toca, inocente de saber que quizás el amor sí sea eterno y nunca se acabe, por eso le fue entregado un corazón tan poderoso que se rebosa por cada poro de su piel.

Y yo,  justo cuando estaba sostenido por el hilo del temor de dar un paso, para no caer en ese laberinto que tanto aprisiona los sentimientos, dejé volar los fantasmas que me poseían y empecé a liberarme de algunos ajustados y  otros holgados trajes que llevé por años sin saber que no eran de mi medida, empecé a sacar de mi equipaje cuanto me hiciera el viaje más pesado y la distancia más corta, hasta lanzar al infinito el ancla que no me dejaba volar, para aprender que cada vez que suelto, siempre será mejor mi camino.

Después de tantas memorias recorridas, después de tantos cuentos iniciados con esa misma frase tratando de tener finales felices que no llegaron, pero que nos enseñaron a seguir buscando una hermosa historia de amor, hoy te encuentro junto a mí,  para tomarnos de la mano y dar vueltas y vueltas guiados por “la brújula que llevamos dentro”. 

Ven, amarra muy bien tus trenzas, vamos a correr tan fuerte que desafiemos el viento y broten las lágrimas de tanto sonreír. Corre,  “la noche está tranquila, el viento está a nuestro favor”…  la alegría nos espera, Ven, salta, es hora de llegar lejos, volar como cometas y tocar el cielo para acariciar las estrellas y con su brillo recargar nuestra luz para esparcirla al mundo, abrir nuestros pechos y encender miles de fuegos artificiales para acabar con el pesado frío de la noche e iluminar los rostros que quieren ser felices y calentar el fuego de quienes quieren amar con pureza, intensidad y sin medida. 

Es hora de vibrar la música que cantan nuestras almas y sonar las más hermosas sinfonías de nuestros corazones, es hora de bailar ante el universo para plasmar obras de arte con los colores de nuestros  pies, es hora de volver a nacer y escribir con tinta sagrada…  érase una vez.