A mí no me gusta participar en funerales, me rehúso. Yo siempre he visto en novelas y películas a la gente sobria y triste, pero las dos últimas veces que he ido a una ceremonia fúnebre familiar me he quedado con ganas de llorar. Trato de cumplir con la cuota de respeto pertinente al caso, rostro circunspecto, ropa negra, practicando en varios tonos “mi sentido pésame” y no “felicitaciones” (he visto casos), aunque en ese momento me quedo mudo. Llego serio, doy mi abrazo bien sentido, pero siempre pasa algo…
Al llegar a la capilla velatoria lo primero que vi fue a toda la gente relajada tomando té, café, comiendo sándwich, saludando y hablando hasta por los codos. Dije: “Buenas” y casi nadie sabía quién era yo, gracias a mis hermanos mayores fue que sacaron su cuenta. Unos me decían: Irvin, Darwin, otros Willmer o Henry, y es allí cuando pregunto por qué mi madre no me nombró Juan o Ramón. Muy displicente me aparté para saludar a los dolientes más cercanos, fue el momento más sincero y profundo. Una de las cosas más especiales en estos duros momentos es el reencuentro familar, siempre con sus excepciones. Por allí estaba sentado un tío que tiene vieja fama de sadicón, no dejaba de mirar, besar y manosear a sus bien contorneadas sobrinas, otro -más audaz- a cada rato se iba hasta el carro a bajarse una botella de güisqui, otra más veterana estaba en un banquito descosiendo a cuanto familiar se le atravesara con su lengua filosa. Nunca falta esa persona desconocida que llora, grita y patalea, pero cuando le suena el celular se le acaba el reality show y atiende con voz seductora. Tampoco falta una prima morbosa (fanática de Alfred Hitchcock) que te obliga a ver el cadáver, aunque te resistas, unos primos que se creen la pepa del queso porque ahora tienen plata, que presumen de lo que son y lo que no son, y otros que son más legítimamente herederos de nuestro apellido, es decir, multicolores, humildes graciosos, ocurrentes…
Recuerdo cuando falleció mi abuela un primo de profesión estilista (creo que todos tenemos uno, pero no creo que sea tan particular como el mío) pasó más de una hora maquillándola como si fuera a un concurso de belleza, usaba diferentes brochas, una paleta de sombras, y cuando mis tías la vieron, se escandalizaron, le quitaron el patuque y hasta le retiraron el habla al profesional del make up por su insulto fashionista. También rememoro cuando falleció un tío y lo velaron al lado de una licorería -craso error- en la funeraria estaban 10 dolientes y en el despacho etílico más de 30 cantando rancheras. ¡Ay Jalisco, no te rajes!
Cuando falleció la otra abuela, recuerdo que una de sus hermanas (una tía abuela de carácter muy fuerte, viejita, media coja, muy canosa y pícara) estaba almorzando, llorando y rezongando a la vez. Apenas entró por la puerta una señora que le debía 10 mil bolívares (hoy 10 Bs.F.), dejó de llorar, se levantó, tiró el plato de comida en el piso, le cobró delante de todos, la insultó, la empujó y la botó de la casa a bastonazos, luego se sentó y siguió implorando como si nada hubiera pasado. Aquel bochorno no hubiese sido superado sino hubiese sido por un primito de 6 años poseedor de una agudísima vocecilla (que daba cosquillas en el tímpano) que no sabía leer, que en su corta vida nunca había orado, y que se convirtió en un eco de las terminaciones de cada letanía que pronunciara la doñita que rezaba el rosario. El niño con sus manos juntas a la altura el pecho, un ojo cerrado y otro abierto lograba algo así como un contrapunteo:
-Señora: Dios te salve María.
-Niño: "ría".
-Señora: Llena eres de gracia.
-Niño: "acia".
-Señora: El Señor es contigo.
-Niño: "tigo".
-Señora: Bendita tú eres entre todas las mujeres.
-Niño: "eres".
Haciendo equivocar a la señora miles de veces, aturdiendo a los presentes con su falsete inigualable y desencadenado una risa comunitaria. Tampoco puedo obviar que en pleno entierro de mi abuela, mi madre se antojó de una barquilla de pistacho y mi tío (periodista al fin) se compró una cámara desechable para retratar muy de cerca (close up) el cadáver de su madre. ¡Qué ocurrencias! Todas estas situaciones provocaron las carcajadas más prohibidas e imperdonables, algunas de las cuales no pude ocultar y otras que histriónicamente pude disimular con una especie de tos, tapándome la boca y saliéndome de la sepultura. Sin embargo, las lágrimas siempre se han quedado frenadas en mis ojos por estos espectáculos tan inverosímiles, desternillantes y poco comunes en otras familias, películas y novelas. La próxima vez evitaré ir a algún camposanto y veré si quedándome en casa, me darán ganas de desahogarme y entrar en contacto con mis verdaderos sentimientos, sin que nadie ni nada me distraiga y me haga pasar por inadvertido tan importante etapa en el ciclo de nuestras vidas.
Al llegar a la capilla velatoria lo primero que vi fue a toda la gente relajada tomando té, café, comiendo sándwich, saludando y hablando hasta por los codos. Dije: “Buenas” y casi nadie sabía quién era yo, gracias a mis hermanos mayores fue que sacaron su cuenta. Unos me decían: Irvin, Darwin, otros Willmer o Henry, y es allí cuando pregunto por qué mi madre no me nombró Juan o Ramón. Muy displicente me aparté para saludar a los dolientes más cercanos, fue el momento más sincero y profundo. Una de las cosas más especiales en estos duros momentos es el reencuentro familar, siempre con sus excepciones. Por allí estaba sentado un tío que tiene vieja fama de sadicón, no dejaba de mirar, besar y manosear a sus bien contorneadas sobrinas, otro -más audaz- a cada rato se iba hasta el carro a bajarse una botella de güisqui, otra más veterana estaba en un banquito descosiendo a cuanto familiar se le atravesara con su lengua filosa. Nunca falta esa persona desconocida que llora, grita y patalea, pero cuando le suena el celular se le acaba el reality show y atiende con voz seductora. Tampoco falta una prima morbosa (fanática de Alfred Hitchcock) que te obliga a ver el cadáver, aunque te resistas, unos primos que se creen la pepa del queso porque ahora tienen plata, que presumen de lo que son y lo que no son, y otros que son más legítimamente herederos de nuestro apellido, es decir, multicolores, humildes graciosos, ocurrentes…
Recuerdo cuando falleció mi abuela un primo de profesión estilista (creo que todos tenemos uno, pero no creo que sea tan particular como el mío) pasó más de una hora maquillándola como si fuera a un concurso de belleza, usaba diferentes brochas, una paleta de sombras, y cuando mis tías la vieron, se escandalizaron, le quitaron el patuque y hasta le retiraron el habla al profesional del make up por su insulto fashionista. También rememoro cuando falleció un tío y lo velaron al lado de una licorería -craso error- en la funeraria estaban 10 dolientes y en el despacho etílico más de 30 cantando rancheras. ¡Ay Jalisco, no te rajes!
Cuando falleció la otra abuela, recuerdo que una de sus hermanas (una tía abuela de carácter muy fuerte, viejita, media coja, muy canosa y pícara) estaba almorzando, llorando y rezongando a la vez. Apenas entró por la puerta una señora que le debía 10 mil bolívares (hoy 10 Bs.F.), dejó de llorar, se levantó, tiró el plato de comida en el piso, le cobró delante de todos, la insultó, la empujó y la botó de la casa a bastonazos, luego se sentó y siguió implorando como si nada hubiera pasado. Aquel bochorno no hubiese sido superado sino hubiese sido por un primito de 6 años poseedor de una agudísima vocecilla (que daba cosquillas en el tímpano) que no sabía leer, que en su corta vida nunca había orado, y que se convirtió en un eco de las terminaciones de cada letanía que pronunciara la doñita que rezaba el rosario. El niño con sus manos juntas a la altura el pecho, un ojo cerrado y otro abierto lograba algo así como un contrapunteo:
-Señora: Dios te salve María.
-Niño: "ría".
-Señora: Llena eres de gracia.
-Niño: "acia".
-Señora: El Señor es contigo.
-Niño: "tigo".
-Señora: Bendita tú eres entre todas las mujeres.
-Niño: "eres".
Haciendo equivocar a la señora miles de veces, aturdiendo a los presentes con su falsete inigualable y desencadenado una risa comunitaria. Tampoco puedo obviar que en pleno entierro de mi abuela, mi madre se antojó de una barquilla de pistacho y mi tío (periodista al fin) se compró una cámara desechable para retratar muy de cerca (close up) el cadáver de su madre. ¡Qué ocurrencias! Todas estas situaciones provocaron las carcajadas más prohibidas e imperdonables, algunas de las cuales no pude ocultar y otras que histriónicamente pude disimular con una especie de tos, tapándome la boca y saliéndome de la sepultura. Sin embargo, las lágrimas siempre se han quedado frenadas en mis ojos por estos espectáculos tan inverosímiles, desternillantes y poco comunes en otras familias, películas y novelas. La próxima vez evitaré ir a algún camposanto y veré si quedándome en casa, me darán ganas de desahogarme y entrar en contacto con mis verdaderos sentimientos, sin que nadie ni nada me distraiga y me haga pasar por inadvertido tan importante etapa en el ciclo de nuestras vidas.
29 comentarios:
Definitivamente tu eres unico hasta en los funerales te pasan esos episodios "erwinianos" tan particulares...Desi
hahahahahahahhahahahahahaa que risa lo q pasan en los funerales! aunque es muy cierto! Los funerales hoy en dia parecen ocasiones para ponerse al tanto de todo! Y se ve todo tipo de cosas! Como una señora cn el pelo morado claro!
CRISTIAN AMARAL
No creo en los funerales........y aun menos en las personas que van......................saludos y EXITOS BRO
Que gracioso todo... Pero a pesar de los incidentes que comentas (y que dan risa) el mensaje es claro: Sólo las personas a las que les causa sentimiento la pérdida deben ir a un funeral. Recuerdo que uno de los pocos a los que he asistido, fue él de mi abuelo, el cual nunca conoci y tuvieron que obligarme a ir... Lo único que me importaba en ese momento (tenía 15) era conseguir unos buenos lentes oscuros para verme fashion, imaginate... Desde ese día estoy claro que debemos asistir a funerales solo cuando el corazón lo sienta... Por cierto funerales graciosos son los de Apure, con musica llanera, carne y demás... Un show por todo lo alto... Saludos!
Todos los sitios son buenos para sacar historias y en una funeraria venezolana MAS! Besos.
En las funerarias se ve de todo!
Respecto a la licorería... Fíjate que siempre hay una cerca de loas funerarias!!
No sé si es verdad, pero hace tiempo oí que existe una tribu -que no sé cuál es- que cuando alguien nace lloran porque viene al mundo a sufrir y pasar trabajo, pero cuando mueren celebran que se vaya a descansar. Es cuestión de cómo lo tomen, de cómo lo vean y cómo se acostumbren sufrirlo.
Yo personalmente esquivo los velorios y entierros. No sé qué decir, cómo actuar, cómo mirar... me da pesadumbre y me dan ganas de irme del lugar.
Mi entierro va a ser totalmente diferente... yo quiero que me quemen y entierren mis cenizas junto con un arbol pequeñito... que al pasar los años mis hijos vengan a mí todo el tiempo que quieran buscando sombra y bla bla bla... xD
Por cierto... tienes una tarea pendiente:
http://oceanopersonal.blogspot.com/
Saludos!... me gusta mucho cómo escribes por cierto ;) DTB
Es inevitable que a los funerales asistan amigos, conocidos y familiares no tan cercanos, como gesto de solidaridad, aunque en el momento de tribulación ni te percates de quienes sean.
Para la otra parte, es un compromiso moral y humano con las personas que verdaderamente sienten la pérdida de un ser querido.
En las grandes familias, como en la tuya, existe una multiplicidad de personajes que se comportan siempre de la misma manera, en los cumpleaños, en los bautizos, en los entierros, en el hospital, en la iglesia o en un cohete vía a la luna. En lo particular extraño estos encuentros, que aunque esporádicos, se daban cuando mi mamá estaba viva y se reunía con mis tías.
Recuerda que el llanto es espontáneo, llorar no debe ser un requisito fundamental para lamentarnos, reir es otra manera de despedirnos de las personas que amamos en esta dimensión.
Un abrazo...Manikita.
Bueno Erwin, no sólo en tu familia se ven estos shows "comico-mágicos-musicales". Me atrevería a decir que en cada velorio venezolano sucede. Concuerdo con el comentarista que dice que todo depende de la cultura y de cómo se ven las cosas. Por decirte algo, los guajiros de mi Zulia querido hacen una parranda, matan animales y se los comen asados beben ron como si fuera lo último que van a hacer en sus vidas y lloran, sí, lloran en algún momento. O aquella tradición, también zuliana, de contratar a las "lloranderas", mujeres que cobraban honorarios "profesionales" por llorar en los velorios.
Una anécdota: hace un año, cuando velamos a mi padre, una tía política muy estirada y "copetúa", (más mala sangre y me mato) estaba en la Abadía donde reposaba el cuerpo de mi papá antes del crematorio. Allí llegó muuucha gente -tengo una familia grande- entre ellos la ex esposa de mi padre, con quien procreó tres hijos. Bueno, para resumir, la fulana tía al ver a la mujer, abrió los ojos y la jeta en redondel, en gesto de asombro al verla, y le dijo: "¡Teresa!, ¿tu? ¿Aquí?". Volteó a mirar a mi madre, giró el cuello de nuevo hacia la ex esposa de mi padre, lo devolvió a mirar a mi madre... y luego se dirigió a la señora Teresa (con quien siempre hemos tenido una excelente relación al igual que con mis hermanos paternos) y le dijo: "¿Y ya tu lo perdonaste?... ¡Porque si estás en su velorio debe ser que le distes el perdón!". Todo esto lo hizo a viva voz, como para que nadie se perdiera el chisme.
La señora Teresa la miró de reojo y la ignoró, como toda la dama que siempre ha sido. Mi madre asumió la misma actitud y dejó pasar el comentario como cuando se escucha una bocina en la cola del semáforo.
Saludos desde mi Cantina
mira a mi los funerales me ponen muy trsite, me llenan de una energia extraña, y al contrario tuyo muchas veces no puedo controlar la emocion, me dejo llevar por el sentimiento que me invade...
buen escrito, aunque me gustan más las cosas donde los sentimientos afloren sin necesidad de mesquindades, de deseos reprimidos...
un abrazo bro
A mi tampoco me gusta ir a funerales, ni velorios, nada de eso.
Tengo un amigo que dice que los funerales son pa comer, brollar y echar chistes, jajaja
Saludos
me pasa como a ti, en los malos momentos hay que estar con los amigos, pero decir "lo siento" "sentido pésame" de verdad que no sé hacerlo.. y quedarme callado me hace sentir que soy un perro... asi que bueh!!
pero en los funerales pasan cosas muy graciosas. Una vez estando un primo en casa de vacaciones lo llamaron porque otro primo se habia muerto (es primo de ambos, pero mas cercano a él, pues vivian en maracaibo y yo al otro extremo) asi que lo acompañé hasta alla, y pude conocer 40 primos más(sin exagerar) me sentía la estrella de la noche, je je, todos querian conocerme, saber quien era y darme hospedaje en sus casas. la pasé super bien, me enseñaron todo maracaibo, jodimos, rumbeamos. la pasé demasiado, tamnto asi que me quedé 3semanas. (Y era un viaje de pocos dias)
Los velorios siempre me han parecido bizarros. Quizás se por mi mentalidad idealista que para mi un cadáver de un ser querido es solo eso, un cadáver. Pienso en el último adiós, la despedida o como se le quiera llamar en un acto mas espiritual y menos material.
Hace un tiempo hice un post más o menos sobre este tema. Te lo dejo para que lo leas...
Nuestros muertos/ Antropofagia
Pues segundo comentario aki! xD es para dejar la direccion de mi blog http://vivenciasdeunadolescente.blogspot.com
espero q lo visiten y me dejen comentarios a ver q les parece...
En los funerales me he topado yo con las situaciones más surrealistas del mundo
Me encanta leerte
Un besote
Que increible con solo unas lineas me alegras de tal manera la vida, aunque solo pueda tenerte en mis sueños...
Hola Erwin, pienso que hay tantos tipo de funerales como culturas y costumbres familiares, por ello siempre han sido tema para la literatura, la pintura y las artes en general. Excelente obra esta que acabo de leer. Saludos.
La Esfaratada.
erwin!!!!!! he vuelto! jajaja, miquerido amigo, renuncié al turiscopio y ahora soy toda blogger, again, te cuento que me encantó esta entrada. Y YO ODIO LOS FUNERALES, me pasa siempre que hay un ambiente tan triste, tan serio, tan FUNEBRE, que de los nervios y la tensión por mantenerme sobria, SE ME SUBE EL GAFO y empiezo a reirme, sabes risa nerviosa.. y termino corriendo al baño para no ahcer el ridículo, una vez más, jajajajaja.
bueno! entradas nuevas en mi blog!!!
tqmmmmmmmmmmm
anita*
miss you
xD
Jajaja Erwin... Mira que yo pensé que era el único que veía los funerales como una especie de circo bizarro, donde todos los personajes que acertadamente describiste convergen para transformar un acto funebre en un capitulo de "Friends"...
"Saludos Monocromáticos"
Saludos..............pasa por mi blogg tienes tarea.
Los funerales, son como un capitulo especial de una novela. Casi siempre conoces a esos familiares que nunca han visto y al igual que tu siempre me pregunto por que mi mamá no me puso un nombre más fácil jejeje! En un funeral todo puede pasar..!!
Luchy!
Hay Erwín es tan cierto lo que escribes. Cada funeral definitivamente es un capitulo especial de una novela venezolana jejeje..
También muchas veces me pregunto por que mi madre me puso este nombre no tan fácil para muchos. Creo que tu has sido una de las pocas personas que lo pronunció bien al conocerme.
Ir a un funeral es sumergirse a un mundo donde todo puede pasar. Unos creen que es el mejor lugar para socializar, otros van con sus mejores galas y nunca faltan las risas nerviosas, los chistes y los reencuentros de esos familiares que uno ni pensaba que existian.
En fin solo en Venezuela puede pasar!!
jajaja que risa de verdad los funerales en venezuela son como todo lo que tocamos...puro show y lo peor es que lo repetimos incansablemente hasta que casi se convierte en un circo.Milagros, besos mi profe bello
Demasiado bueno el tema, Er. Temas serios pero dentro de los que sucede cualquier cosa. Recuerdo un día que murió un tío en otra ciudad diferente a la de donde lo velarían y enterrarían. Total que su cadáver tuvo que pasar viajando por tierra y luego por avión hasta donde su flia estaba. En esa viajadera, en medio de la real desesperación que sumía a toda la flia, y obviamente en pleno velatorio, el tema de conversación comenzó a ser que mi tío se empezaba a poner verde y que debían enterrarlo ya. Espantoso aquello, en serio... y cierto, además. Lo que más me aterra de morir es pensar que un poco de viejas cacatúas van a irse de fly a la urna: "Ay, Dios, pero si quedó igualitaaaa"; "Ay, Dios, pero no parece ella, parece otra persona"; "Ay, pero murió como brava, no sé"; "Pero vela... si se murió feliz porque se le ve como un dejo de risa"... Qué espanto me da sólo imaginarme. Sigue creando, que está buena la cosa. Un beso, mi Er...
A mí nunca me ha tocado ir a funerales de familia todavía (Gracias a Dios), pero cuando llegue el momento espero que sean como los tuyos JAJA. Aunque no eres el único, yo he oido unos cuentos que tu abuelita maquillada y el niñito del contrapunteo se quedan cortos. Saludos! Qué bueno usted compa siempre sacando lo mejor de cualquier situación.
Buen Post. De paso dejando saludos; tenias dias largos sin pasar por tu casa, por tu blog ... bueno, heme aqui de nuevo, gracias por tus visitas y coments en mi humilde espacio.
No es de mi agrado los funerales (de paso no creo que a nadie le agraden, pero cuando muere un familiar de alguien muy cercano a mi, amigos, etc, ahi me veras, soy mas dado a ir a funerales, misas, o visitas a enfermos que a una fiesta. En los momentos de tristeza es que se conocen a los verdaderos amigos.
Un abrazo!
La verdad muy gracioso y muy cierto a la vez, yo tuve 2 perdidas familiares y como nunca habia ido a un funeral no sabia como iba a reaccionar ante eso, una fue la de mi tia cuando yo tenia mas o menos 16 años que sali pensando de casa en que no iba a llorar ni nada por el estilo sin embargo en cuanto entre a la sala me rompi en llanto al ver a mi tio y a mi primo destrosados creo que fue en ese momento donde me di cuenta que cosas como esas son las que te mueven el piso de verdad, y la 2º perdida fue de mi sobrino que tenia 23 años, eso la verdad fue el momento mas doloroso jamas vivido por mi, sentia que tenia que estar ahi, el dolor era tan profundo que cuando me avisaron de que habia fallecido sali de casa como un zombie con la mente en blanco y solamente se me cruzaba por la cabeza de que cuando llegara al lugar me dijeran que habia sido un error y que se habian equivocado, pero tengo 28 años y sabia que no iba a ser asi, fue un momento muy duro para mi porque no solo era mi sobrino sino que era mi amigo nos habiamos criado juntos ya que no nos llebavamos mucha diferecia de edad y al llegar y ver a toda la familia y especialmente a mi hermana y mi cuñado destrosados porque la verdad estaban destrosados ahi fue cuando mi corazon parecia que se iba a reventar el dolor de saver que no lo vas a ver nunca mas, no poder comprtir esos relatos de cuando eramos niños y que solos el y yo sabiamos de esas travesuras y saver que ya la familia no va ser la misma es algo realmente doloroso.
A mi tampoco me apetece ir a los funerales, muchos dicen que soy muy fría, muy seca es mas han llegado al punto de decirme que yo no tengo sentimientos, pero la verdad me parece un acto muy hipócrita de parte de algunas personas que asisten.
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